martes, 20 de mayo de 2008

Julia

Esta mañana Andrea, la administrativa del estudio, me ha dicho con mucho misterio que había leído algo sobre mí en internet, y que no era un artículo profesional. La curiosidad que me ha despertado le ha salvado de una reprimenda por haber estado trasteando en la red en horas de trabajo; aunque mis reprimendas le importan solamente un poco mas que nada: pone cara de compungida, me saca la lengua, se ríe, hace que me ría y ya está, no ha pasado nada

Bien, bien , bien. Era un comentario sobre nosotros, Pedro y yo, que había escrito un tal Mario.

Después del cabreo que pillé me entró otra vez la risa tonta. Mario podía haberse guardado para sí las confidencias que le hizo Raúl. Ya se ha disculpado alegando con una gran cara dura que ¡para la gente que le lee! y que además nadie nos conoce -¡Julia, Julia, contente! que te están provocando- porque Isasi & Ansola, nuestro estudio, no tiene mucho prestigio y que nuestros nombres son de lo mas comunes, lo que traducido al lenguaje de los sobreentendidos cómplices significa que lo siente, que se ha pasado un tanto, que no volverá a ocurrir (por lo menos hasta la próxima vez), que el café que dice que se estaba tomando era su quinto carajillo y que seguimos siendo amigos. De todas formas, la deuda no estará saldada hasta que suba al estudio y deje debidamente estibada en el frigorífico una caja de cervezas de las que él sabe, y sin beberse ni una.

Lo de Raúl es más comprensible. Tiene la cabeza físicamente sobre los hombros pero su mente suele estar en otro sitio, y los gin tonics le dejan "fané y descangallao". Le he preguntado y no recuerda casi nada de la conversación con Mario ni de la subsiguiente resaca.

Esa imagen virginal que hace de mí es la que ha creado en su imaginación para su propio uso en ese momento, porque es cierto que soy atractiva, pero bastante más normal de lo que parece por el retrato que hace de mí. Me ha visto enfadada, a veces furiosa, más de una vez, porque esos edificios fantásticos que construyo en el aire no siempre están bien, no son viables o deberían tener su correspondencia en algo real y no lo tienen. También me ha visto pasarme de cervezas y una vez que usé el alcohol para aliviarme los disgustos por una infidelidad de Pedro que solo estaba en mi imaginación y por un proyecto profesional no aceptado, tuvo que llevarme a casa, limpiar mi vómito, acostarme y aguantar mis gemidos de malestar toda la noche, pues Pedro estaba en París defendiendo ese proyecto, no jugándomela con Aimée (una compañera de facultad), como yo pensaba.

Pedro, ese apolo terrenal, es mi pareja y socio. Como guapo es guapo, pero soso hasta la saciedad y serio hasta aburrir. Bueno, tampoco es tanto como digo, pero desde luego no es la alegría personificada. Es bastante tímido y solo yo sé cuanto le cuesta defender un trabajo ante el cliente, aparentando una confianza en sí mismo que tiene que inventarse. Y Raúl, así como inventó una Julia ideal, también hizo de Pedro un personaje ideal, al que está traicionando ahora mismo con una chica, pues esa mano que le está poniendo en el culo no parece una caricia de amigos. Ya habréis adivinado que escribo desde el bar.

Si necesitan los servicios profesionales de unos buenos arquitectos no duden en llamarnos. Para otros asuntos relacionados con nosotros, mejor hablen con Raúl o con Mario, que nos muestran mas favorecidos de lo que realmente somos.

Julia Isasi