martes, 29 de abril de 2008

Confidencias de bar

Hola. Como puede que más adelante os cuentes mas cosas, empezaré por presentaros al narrador y situaros en el escenario.

Me llamo Mario y soy un tipo normalito. El lugar es la cafetería "La Fragata", uno de esos lugares amplios y confortables donde se puede conversar y comer alguna cosilla. Su dueño se llama Raúl, del que hablaré dentro de un rato, y suele atender él mismo hasta una hora prudencial de la tarde, cuando toman el relevo Marina y Juanjo; también está Ronnie, el cocinero colombiano, que lo mismo prepara una tortilla que arregla una silla o recomienda una película mostrando una dentadura como el teclado de un piano.

Definir a Raúl es sencillo, tiene treinta y algunos años y un juvenil aspecto de estudiante pero es como el Moustache de "Irma la dulce", que fue abogado pero "esa es otra historia", médico "pero esa es otra historia", millonario "pero esa es otra historia", etcétera "pero esa es otra historia". Si no hay jaleo se instala en un taburete en un extremo del mostrador y observa o lee; está tan quieto que no parece haber nadie en la barra. Otras veces charla con algún cliente, por ejemplo conmigo. Se puede confiar en él y en su discreción pues es como un psicólogo de guardia que además, si hace falta, te pone un café.

La otra noche lo encontré en su bar ejerciendo de cliente, sentado en una mesa apartada y mirando fijamente el fondo de un gin tonic. Cogí mi café y me senté a su lado sin decir nada, solo parecía necesitar compañía.

- Ah, hola Mario - me dijo en cuanto me reconoció entre su bruma particular. El ... los gin tonics solo le habían puesto melancólico.

- ¿Estás bien?, anda, cuéntame.

- No, no hay nada que contar, ya ves, tomando una copa, nada.

- ¡Venga!, suéltalo. He confiado en ti muchas veces. Deja que esta vez sea yo quien escuche.

Tomó otro trago, se concentró en el fondo de su bebida y comenzó su confesión.

- ¿Sabes esa pareja que viene a la hora del café?, Julia y Pedro, los arquitectos ...

Claro que sabía de quienes hablaba. Aparecían por la cafetería después de comer y estaban allí, casi siempre en la misma mesa, hasta que iban a su estudio. A veces los acompañaba algún amigo o compañero y cuando tenían algo que celebrar bajaban con todos sus empleados.

- Si, Raúl, sé de quienes hablas, ¿qué pasa con ellos?

- Los conozco desde que, recién licenciados, abrieron el estudio y comenzaron a venir por aquí. He visto como se asentaban y he celebrado con ellos sus éxitos y sus desilusiones (pocas). Puedo decir que somos buenos amigos.

Pedro es un tipo fantástico: guapo, educado, inteligente; acaso sea un poco serio. ¿Te has fijado lo poco que habla?, pero cuando lo hace sus colegas le escuchan como si estuviese dando el sermón de la montaña.

Julia es aún mejor. No pasa desapercibida. Es tan lista como él y es preciosa. Me quedo embobado cuando explica una estructura o un edificio en el aire con las manos, o cuando se recoge el mechón detrás de la oreja. Creo que me lee la mente; detecta si estoy bien o mal y siempre tiene la palabra oportuna.

Son mis amigos, los quiero mucho a los dos, y mi problema es que estoy enamorado y no puedo competir con ella por el amor de Pedro.

mvm

Hemingway's six words

Si en el mundo del español es reconocido el cuento del dinosaurio de Monterroso como el mas corto, en el anglosajón ese puesto lo ocupan las famosas six words de Hemingway, no se sabe si una apuesta o una demostración, que dicen así: for sale: baby shoes, never worn. A mi ese "nunca usados" me insinúa que el niño murió y que los padres tenían bastante necesidad, pero esta prolongación del cuento solo está en mi imaginación.

Buscando en internet qué otros relatos (por llamarlos de alguna forma) podría haber así de cortos, lo que encontré es que hay muchísimas secuelas de las six words: proyectos de recopilación de relatos de ese tipo, intentos particulares, glosas de ese texto, etc. No hay más que hacer una búsqueda en google con el texto del título.

mvm

martes, 22 de abril de 2008

Mostar, marzo de 2008. Tres imágenes

Esta semana de pascua, entre otros lugares, he estado en Mostar, una de las ciudades mas castigadas durante la reciente guerra.

No ha sido una experiencia grata. Pensaba que solo iba a ver la pobreza que queda después de una guerra empotrada en un pequeña ciudad arreglada con esmero para que nosotros, los turistas, nos dejemos un dinerillo.

Mostar Bosnia Herzegovina 19Esta primera fotografía muestra lo que todos esperamos ver, el puente con fortificaciones a los lados que fue hundido por un obús y vuelto a levantar sacando del río todos los restos posibles. Es hermoso. Los pequeños barrios que lo flanquean están llenos de tiendas de recuerdos y de turistas, pero se adivina como pudo ser en la vida diaria, una vida sencilla y provinciana.

Otra imagen: un edificio en el centro de la ciudad. Así están muchas de las construcciones de la ciudad; solo ruinas. Es posible ver un taller en una planta baja, justo bajo una primera planta desdentada que solo conserva parte de las columnas. La plaza de España, una gran rotonda en la parte nueva, no tiene un solo edificio que no sea un esqueleto.

Por último, una de las cosas más angustiosas que nunca haya visto. Durante el sitio de la ciudad nadie salía a enterrar los cadáveres, y están sepultados en los antiguos campos de fútbol y en los parques. Ahora son parte de la vida cotidiana.

Mostar Bosnia Herzegovina 06Mostar Bosnia Herzegovina 41