jueves, 7 de febrero de 2008

Mi vida como personaje

Me llamo Romualdo González, tengo 26 años y trabajo como administrativo en una compañía de repuestos para automóviles.

Un día, harto de facturas y albaranes, decidí que debía ser otro. Comenzé por inventarme un personaje para la noche: Ramón Gonzalo, para servirles. Cambié un poco el peinado y me puse ropa de moda; no lo hice muy ostensible porque durante el día seguía en la oficina del almacén, cuadrando cuentas y haciendo inventarios.

Vivir solo favorecía mi plan. Para mis padres, en el pueblo, seguía siendo Romualdín, su hijo serio y formal, el que volvía a casa desde la capital en vacaciones.

Mi personaje fué afinándose con el tiempo. Al cabo de un mes ya usaba el vocabulario adecuado, pedía gin tonicscon un leve movimiento de la mano, me desenvolvía en los lugares de moda como si me hubiese criado en ellos y sonreía a las chicas como si les perdonase la vida. Aquello funcionaba, me daba una confianza que nunca había tenido, me sentía muy bién; ser Ramón era mucho mejor que ser Romualdo.

Se me rifaban chicas que antes no es que no me saludasen, es que no me veían, era el cliente favorito de los mejores locales y me invitaba gente que parecía vivir del aire, pues no se les conocía mas oficio que la noche. En un par de ocasiones coincidí con clientes del amacén que a saber qué hacían allí, tan fuera de su ambiente, y no me reconocieron; era asombrosos la invisibilidad diurna de Romualdo y el brillo nocturno de Ramón.

Más tarde, con Ramon plenamente establecido y configurado, noté el bajón que se había producido en mi economía; pensé que era un error del banco, pro no, todos los gastos eran reales, la buena ropa, las copas sofisticadas, las cenas en restaurantes buenos eran cosas caras. Romualdo comenzó a hacer horas extras y a llevar los asuntos administrativos de alunos clientes, pero no era suficiente para las necesidades de Ramón.

Mi perdición se precipitó cuando Mercedes, una belleza rubia de ojos verdes y sonrisa embrujadora se fijó en mí. Me fuí distanciando de Sara, una administrativa de una compañía de seguros cercana al almacén con la que tonteaba e iba al cine a veces, una chica agradable y bonita, pero que quedaba en la sombra al compararla con aquel radiante sol nocturno que era Mercedes. Descubrí que las diosas no viven en el nivel de gastos de los humanos, que no van al cine sino a espectáculos caros, que no toman café o cerveza sino champán francés, que no compran en Zara o el Corte Inglés sino en Chanel o Dior.

Un tiempo pude justificar no tener un automovil ad hoc diciendo que me habían retirado el carnet por exceso de velocidad y el que no fuésemos a mi casa porque vivía con mis padres, que eran muy tradicionales. Diciendo que era economista no mentía, pero sí cuando contaba que vivía de mis inversiones. Al final tuve que mudarme a un pequeño apartamento en una zona bohemia, con cuyo exotismo pude camuflar un poco lo exíguo del lugar; a pesar de ello tuve que amueblar con estilo, es decir, caro. Vendí mi utilitario, con el que no osaba salir de noche y adquirí un coche bastante mas ostentoso y con algunas aspiraciones deportivas y menos mal que el sensato de Romualdo seguía ahí adentro y me disuadió de no comprar un deportivo descapotable mucho mas caro.

Mi insensatez me llevó a pedir a mis familiares que me confiaran sus ahorros para invertir en negocios muy productivos; la confianza que he hinchaba como un sapo me hacía creer que era capaz de hacerlo, obtener buenos rendimientos para ellos, pagar mis deudas y que me sobrase para financiar mis gastos colocándolo en asuntos propios. El único asunto que veía en el horizonte era el que me propuso uno de mis conocidos nocturnos. Un negocio redondo: aportar capital a una sociedad creada a su vez por otros amigos, todos de total confianza y muy bien situados, uno de los cuales conseguiría suelo barato, otro los permisos de construcción, otro de ellos proporcionaría los materiales a un precio realmente excepcional y a crédito y otro, conocedor de la gente adecuada y a quien todo el mundo debía favores, conseguiría todas las subvenciones necesarias, por lo que mi capital me sería devuelto multiplicado y de paso habría entrado por la puerta grande de las finanzas.

Un par de meses Mercedes fué casi mia, solo casi porque nunca se comprometió a nada, era como pisar las olas que llegan a la orilla y no conseguir retener nada del agua entre los dedos. Igual de escurridiza resultó la sociedad a la que confié todos los ahorros de la familia.

¡Para qué detallar más! Ramón se esfumó y Romualdo sigue trabajando en el almacén solo porque al patrón le doy pena y no puedo permitirme ser orgulloso, pero aquellos a quienes llevaba la contabilidad ya no confian en mí y me han retirado el trabajo. Mis padres están muy afectados y han llorado mucho, aunque me han perdonado haber perdido sus ahorros de toda una vida, no así mis hermanos, cuñados y amigos, que no me han demandado porque consideran que desde la carcel no se produce y prefieren que siga trabajando hasta pagarles las deudas. Ahora vivo realquilado en un pequeño cubículo sin el menor lujo porque no me puedo permitir otra cosa y el fabuloso auto nuevo fué embargado por falta de pago.

El único respiro que me queda es Sara. Paseamos y pasamos mucho tiempo en el parque, cuando no me invita al cine o a una cerveza. Su bendita educación católica tradicional no le permite abandonarme durante la desgracia, pero cuando haya cumplido mi tiempo en este purgatorio que es ahora mi existencia, ciertamente me dejará. Hasta entonces es mi único apoyo y me aferro egoistamente a ella, a lo único bueno que me queda.

Sic transit gloria mundi

MvM

1 comentario:

Yo dijo...

¡Qué decir de esta increíble historia! La frase final la resume perfectamente. Y lo genial es que no sólo recoge la esencia de la trama sino que da a entender todo el sufrimiento, la angustia y el arrepentimiento de romualdo ante la mala gestión de su vida.
No sé por qué pero creo que todos tenemos una parte de nosotros que querría ser como ramón, tener éxito, tener a una tía como Mercedes, tener un cochazo... y sin embargo muchas veces nos conformamos con ser responsables y ser felices dentro de una estabilidad. Quizá romualdo hubiera sido más feliz con Sara... aunque eso nunca lo sabremos... :(

Un abrazo MvM